Un pasado presente

Las puertas del metro se abren
y entro en un vagon abarrotado de soledad
lleno de rostros difuminados, tristes
con almas perdidas sin felicidad.

Cierro los ojos intentandome perder,
buscar un recuerdo agradable en el que pensar,
huyendo de todo para no querer ver
a aquello que llegué a odiar.

En ese momento todo se vuelve oscuro,
mi mente empieza a decaer en recuerdos,
fugaces imágenes de lo que he pasado.

Sonrisas partidas por el odio,
miradas evitadas por el dolor,
el tormento de un te quiero olvidado.

Entonces abro mis ojos y miro al frente
para verme reflejado en el cristal,
con un lagrima que se escurre lentamente
y un nudo que no me deja respirar,

sientiendo mi cuerpo inerte,
mi mente consumida por la soledad,
mi rostro difuminado, triste
y mi alma perdida sin felicidad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario